domingo, 5 de mayo de 2013

Brujeando en domingo: Amor brujo






Con frecuencia, mis amigas se quejan que soy poco romántica. Es la verdad. En realidad tengo una natural desconfianza hacia lo cursi y lo sentimental. Sepa el Universo el motivo. Quizá se deba al abuso del concepto del amor - del vulgar, del corriente, del novelero, del dramático - en todo momento o en todo lugar o como diría mi amiga @LauSolorzano, no me gusta enamorarme. No es algo que se decida por supuesto, pero intento en lo posible no comprometer mi salud emocional si puedo evitarlo. Claro, nunca se puede, pero esa es otra historia, que prometo contar ( últimamente tengo muchas en el tintero, la verdad )

Sin embargo, las brujas aman el amor. No al de las novelas y los corazones de fieltro rojo, sino el poder de crear. Ese que te hace correr calles enteras, bajo la lluvia, gritando de satisfacción. Esa energía del orgasmo cegador. El que te hace llorar de furia, el que te hace soñar de deseo. Ese que sientes al leer un libro que desconcierta, al escribir una página que sueñas, al tomar una fotografía que detiene el tiempo. Porque el amor para la brujeria es la capacidad del ser humano para construir, para elevarse, para seguir el camino que escogió, a pesar que tema hacerlo. Tal vez, porque teme hacerlo. ¿Lo has sentido verdad? Esa sensación tan profunda que te deja sin voz para darte una nueva, esa sensación tan gigantesca que parece unir cada pensamiento y sensación en una sola idea. Ese es el amor que venera la brujería y el cual quiero celebrar con el ritual de hoy.

Magia de manos entrelazadas:

El ritual que quiero compartir hoy, en este, su blog de confianza, está dedicado a las parejas. En brujería, el amor crea su propia circunstancia, es decir: favorece su propio crecimiento y capacidad para comprenderse mutuamente. La figura de tres círculos concéntricos es un antiquísimo signo erótico que utilizaron los celtas y otras culturas ancestrales para simbolizar el valor del amor - la creación, la sexualidad - como forma de expresión. La figura representa la manera como el deseo se manifiesta como valor místico: la piel, la emoción y la más profunda espiritualidad. Representaba tanto la unión estrecha y perfecta ( el cruce simétrico del infinito ) como también la idea que la energía Universal creacionista es capaz de manifestarse en si misma en infinitas formas.

Para celebrar el amor creador - la unión de lo femenino y masculino, dos energías opuestas que se complementan a través de una idea profundamente sentida - en mi Religión se lleva a cabo un sencillo ritual que otorga sentido a la voz y forma de la emoción que vincula a una pareja entre sí.

Necesitarás:

Un puñado de sal marina.
Pétalos de rosa roja.
Medio metro de cinta roja.
Una docena de pequeñas velitas de color rojo.
Una amatista u otra piedra cristalina.
Un paño rojo.

Disposición:

Distribuye las velas alrededor de la habitación de forma tal que quede completamente iluminada. Enciendelas hasta lograr que un hermoso resplandor llene el lugar donde llevarás a cabo el ritual. Una vez que lo hayas hecho, toma la sal y forma un círculo lo suficientemente amplio para contener con facilidad otro círculo en su interior, que realizarás con los pétalos de la rosa y a su vez, uno más pequeño que llevarás a cabo con la cinta roja en medio del cual te sentarás junto a tu pareja. Toma el paño rojo y colócalo en el centro de los círculos concéntricos y toma asiento sobre él. Tu pareja lo hará frente a ti. Entre ustedes, coloca la amatista.

A continuación, tómense de las manos y mírense a los ojos. Concéntrate en disfrutar de la lineas del rostro de esa persona con quién deseas vincularte de una manera profunda y mística. Aprieta sus dedos entre los tuyos, siente el calor de su piel, la textura de su contacto. inclínense uno hacia el otro y compartan un beso largo y silencioso. Percibe el ritmo de su respiración, la manera como un hilo de cálida fuerza los rodea a ambos, en el silencio de la habitación. A continuación, toma la amatista entre tus manos y colócala entre las suyas mientras invocas de la siguiente manera:

"Soy el rostro del tiempo
Soy el secreto de la Tierra
El templo del Universo se encuentra en mi carne
Soy el Rayo y la tempestad
El canto del sol y la luna
Nace en mí el deseo
En mi cuerpo la Diosa se manifiesta
En mi carne y en espíritu
soy el fuego y la fecundidad"

Aprieta sus manos y luego, inclina su rostro hacia el suyo. Apoya tu mejilla en su rostro, acaricia su cabello, palpa sus cuello y sus hombros, apreciando su firmeza, sintiendo en tus dedos la manera como tu cuerpo responde al estimulo de su cercanía. Siente la poderosa vibración que los une, que los vincula silenciosamente. Compartan pequeños murmullos, aspira el aroma de su piel, permite que sus manos palpen tus formas. Disfruta de la sensación que te encuentras rodeada de una insólita calidez, de una profunda sensación de poder y intimidad. A continuación, compartan un estrecho abrazo, hunde tu rostro en su pecho, siente sus manos recorriendo, siguiendo tus formas. Si se encuentran vestidos ( recomiendo realizar este ritual sin ropas, pero no es necesario ni tampoco obligatorio), comiencen a desvestirse lentamente. Sientan el poder de su deseo, la profunda energía del lenguaje secreto que comparten y los vincula. Por último, tiéndanse completamente en el suelo, en posiciones simétricas, con las piernas recogidas y los pies casi tocando los del otro. Cada uno debe flexionar las rodillas para ir entrecruzando lentamente sus piernas hacia una posición de profunda comunión física.

Casi todas las tradiciones mágicas que acogen este ritual entre sus tradiciones, recomiendan hacer el amor dentro de los círculos concéntricos para completar la estructura mágica que se ha realizado. No obstante, sino te es posible o no lo deseas, completa el ritual que has llevado a cabo, compartiendo un largo beso con tu pareja y luego, invoca de la siguiente manera:

"Somos la fuerza del conocimiento
El rostro del Universo
Crea poder en nosotros
crea fuerza en nosotros
Así sea"

Compartan una comida ligera para equilibrar la energía que han convocado mediante el ritual.

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