sábado, 23 de marzo de 2013

Celebrando la hora de la Tierra a la manera de las Brujas: Brujeando!







Camino por la calle, a paso rápido, abrumada por el ruido y ese agotamiento inevitable del peatón. Me tropiezo con alguien más, insulto por lo bajo, sostengo con fuerza mi morral. Sigo caminando. Y la sensación de sentirme un poco fuera de lugar bajo ese sol radiante del mediodía  entre la multitud de rostros que me rodean es casi insoportable. Inclino la cabeza, miro al suelo, y tomo una larga bocanada de aire. Intento calmarme. Me siento indefensa, tan solitaria, Quizá simplemente triste.

Me sobresalto. Sin que lo note, alguien se acerca y me extiende un papel. Con la paranoia del caraqueño veterano, miro a la mujer con desconfianza. Rostro regordete, grandes ojos amables. Y una gran sonrisa. La sonrisa de los valientes, de los que sobreviven al día a día. ¿Que me entregas? Tomo el papel.

"La hora de la Tierra. ¿Cuantos minutos dedicas a la Gran Madre durante tu vida?

La mujer continúa de pie, aguardando quizá. Y de pronto, tengo ganas de sonreír. De sonreír con todos los dientes, a pesar del calor, de la incomodidad general de un día cualquiera en esta ciudad caótica y árida. Porque de pronto, ese sol que quema, radiante y metálico, no me desagrada. Levanto el rostro, tomo una bocanada de aire - de luz - e intento calmarme. Cuando miro de nuevo a la mujer, ella también sonríe. Ella me entiende. Sin decir nada más, vuelve a la multitud, repartiendo al resto de los transeúntes distraídos y malhumorados su pequeño mensaje. Continuo caminando. Aprieto entre las manos el papel. No dejo de sonreír.

Sesenta Minutos para la Tierra: Un pequeño milagro.


Investigando un poco, encontré que la iniciativa de Fondo Mundial de la Naturaleza ( WWF, en inglés ) no es nueva: desde hace cinco años, miles de personas se han sumado a La Hora del Planeta,  que se lleva a cabo cada día  23 de marzo a las 20:30 horas, hora local de cada país.

La premisa es tan sencilla como contundente: "El mundo entero está ocupando los recursos naturales equivalentes a un planeta y medio para substituir". Una idea preocupante, si tomamos en cuenta que el medio ambiente es incapaz de sostener una demanda de recursos semejante por más tiempo. De manera que esta campaña - la más grande del mundo en su tipo - busca concientizar al público sobre el poder de conservar la naturaleza por medio de un pequeño gesto simbólico que se hizo universal: Dedica una hora a la  posibilidad de crear, a cuatro manos un mundo mejor.

De la Tierra al Sueño: todos construyendo el futuro.


Decidí entonces, celebrar mis sesenta minutos por la Tierra a la manera de las brujas. Y es que para la Tradición de la Antigua Religión que practico, la figura de la Gran Madre, esa Tierra redentora y creadora, posee una enorme importancia, como símbolo no solo de nuestras creencias, sino de esa visión unificadora del mundo, de la capacidad que todos tenemos para transformar lo cotidiano a partir de un acto de fe, por pequeño que este sea. La representación de la energía que todo lo une, esa gran Madre misteriosa y sin nombre, que engendra, sostiene y alimenta,como una profunda y valiosa expresión del yo.

Así que celebraré esos 60 minutos para la Madre Tierra, de la mejor forma que sé hacerlo: Soñando en magia. ¿Quieres hacerlo tu también?

Necesitarás:

Una vela Verde.
Un pequeño espejo.
Un vaso con agua ( nunca fría )
Un cuenco con tierra fértil.

Disposición:

Para llevar a cabo este ritual necesitamos encontrarnos junto a una ventana abierta donde podamos tener una visión  del cielo nocturno. Si no encuentras algún lugar donde hacerlo, intenta al menos realizar el ritual junto a un lugar donde puedas sentir las ráfagas del viento.

Coloca la vela frente el vaso con agua, a la derecha el espejo y a la izquierda el cuenco con tierra fértil. Ahora, cierra los ojos y toma una larga bocanada de aire. Siente que todos los miembros de tu cuerpo se relajan, comenzando de los pies hasta alcanzar el cuello y tus hombres. Imagina que una luz radiante te cubre de arriba a abajo, progresivamente, relajando cada uno de tus músculos. Cuando sientas que toda tensión te ha abandonado, abre los ojos y enciende la vela verde, realizando la siguiente invocación:

"Que el tiempo sea en mi
Que el nombre de la Madre
sea el mio
Soy el tiempo y la sabiduría
el Nombre de la tierra en mi voz
Así sea"


Ahora, toma el vaso con agua y alzalo:

"Que la voz de la sangre de la Diosa
Sea mi fuente de sabiduría
que irradie sobre el cosmos de mi mente
la paz
Así sea"

Toma un sorbo del agua, sintiendo como el liquido se desliza por tu garganta, analiza las sensaciones, disfrutalas, siente el placer sensual de apreciar las sensaciones más allá del mero limite sensorial. Imagina que el agua es parte de tu cuerpo, que se funde con tu pensamiento y se transforma en pura energía.

A continuación, toma el cuenco con tierra y alzalo diciendo:

"Señora del recuerdo
Dueña de la memoria de las Montañas
Creadora del rayo
Dama de la Luz
Que sea tu energia y tu fuerza mi nombre
Que se la rutilante comprensión de la verdad y la razón
mi voz
Asi sea"


Hunde los dedos en la tierra y aprecia su textura. Cierra los ojos e imagina que tu energía se une a la de la Madre primigenia. Visualiza la forma como tu mente se alimenta de la fuerza universal que representa tu unión con la más intima cosmovisión personal. Instintivamente sabrás cuando debes culminar esta corta meditación. Entonces, toma el espejo y mirate en él diciendo:


"Que la creación de la Diosa
sea en mi
Soy la forma más excelsa de inspiración
Me reconozco en el rostro de la Diosa
Y soy la fe
soy la nueva era
La voz del secreto en mi
Asi sea"


Observa tu refleja en el espejo. Descubre tus expresiones más intimas a través del lenguaje de tus muecas y pequeños gestos. Mira bien el conjunto de rasgos que te hacen hermosa (O), disfruta de las imperfecciones que te hacen unico y las virtudes que acentuan tu concepción de la belleza. Siente como la energia de la Diosa es parte de ti, una forma de muy intima. Porque tu también eres la Tierra, formas parte de ese gran organismo vivo que es nuestro hogar y también, una parte de nosotros mismos.

Para culminar el ritual que llevaste  a cabo, realiza una pequeña meditación mientras la vela se consume. Luego, come y bebe algo para equilibrar el ciclo energético en tu interior.


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