miércoles, 7 de noviembre de 2012

Y se va el viejo Windows Life Messenger: De los buenos tiempos del chat y otros recuerdos que me hacen sentir vieja.





Desde hace unos días, corre la noticia - ya confirmada por Microsoft - que Windows Life Messenger irá al descanso de los justos en el primer trimestre del 2013. La noticia me hizo sentir una extraña mezcla de asombro y un poco de melancolía: ¿realmente han pasado diez y ocho años desde la creación de este compañero caduco de aventuras y desventuras? Se dice poco, pero luego de casi dos décadas de existencia y ser, durante buena parte de esas casi dos décadas, el sistema de comunicación más usado por gran parte de la comunidad 2.0, su muerte sabe poco a nostalgia, a recordar, a mirar un poco hacía atrás y sonreír  cuando comprendes lo rápido que pasa el tiempo, ese presente en continuo que en ocasiones llamamos con toda ingenuidad ahora.

Y es que tal vez sea un pequeño cambio en el panorama tecnológico - lo es, de hecho - pero a mi me parece el final de una Era. Una sensación que tenía mucho que ver con la inmediatez, con ese sueño de tecnología-al-alcance de todos que asociamos, de manera natural, con un futuro brumoso.  Todavía recuerdo lo asombroso que me parecía poder conversar con mis amigos y parientes fuera de Venezuela al alcance de una ventana y más aun, esa idea de interconexión, de estar firmemente sujeta a la idea de Globalidad, comunidad Mundial que se hizo más cercana de un momento a otro. En mi mente fue así, de hecho: una especie de evolución hacia algo enorme, dificilmente abarcable por mi mente de niña que miró todo aquello con la idea de ¿que vendrá después?

Por supuesto, hablamos de tiempo donde el internet era Dial up, del inefable EMULE,  las computadoras de pantallas monocromas y había una cosa llamada Lotus 1,2,3. Como infatigable y precoz amante de las letras, recuerdo haber utilizado el Wordstar para escribir mis primeros y estrafalarios cuentos, fascinada con la sensación de estar entrando a lugares de mi imaginación que nunca había tenido oportunidad antes. Y es que asombroso resultaba el teclado, su sonido rápido y certero y la pantalla, casi tan futurista, tan igual a esas que mostraban las películas como avances impresionantes de la técnicas. Eran tiempo de la MAC rectangular  que cambié por el sistema Windows poco después por pura ignorancia. Eran tiempos de midi, de 8b bites. Eran tiempos de diskett, de los discos enormes que te hacían sentir un astronauta en tu propia silla. Aun me encuentro con alguno al abrir y cerrar gaveteras viejas y sonrío. Que sensación extraña esta de crecer en plena transición, de hacerme mujer mientras la técnica cambiaba tan rápido que apenas podía entenderlo. Tiempos del celular de Ladrillo, enorme e incomodo, de las calculadoras de luz solar que todo niño parecía querer - yo quería - de las radios redonditas y de colores, de los relojes de muñeca de cristal liquido que te dejaban boquiabierto. Todas esas cosas que eran la mitad de lo viejo muriendo y lo nuevo creándose  Todo eso que asombraba por la novedad, pero que solo era un anuncio de lo que vendría después. Una sensación de pura ingenuidad, comprender que el mundo es tan rápido como elemental, tan circunstancial como nuevo. Una idea construyéndose cada día, a dos manos, entre todos, una Comunidad anónima cada vez mayor.

Y sí, el messenger estuvo allí. Con sus dos muñequitos verdes flotando y dando vueltas entre sí, sus sonidos irritantes y los emoticones ridículos  Estuvo antes de los eficientes mensajes directos del Twitter, antes del PIN de RIM, antes del limpio y sofisticado Whatsapp, mucho antes de soñar siquiera con las bondades del Skype que ahora lo suplantará. Que extraño, saber que ya no habrá siempre esa última frontera de lo sencillo para comunicarnos, esa ventanita que ahora nos parece primitiva donde un palabra te ponía al alcance del mundo. Porque así lo pareció entonces, a la niña que fui, a la niña que se quedó muda cuando su amiga por correspondencia de siempre, abandonó la tinta y el papel para hablar en tiempo real. Tan cercano con las caras llamadas teléfonicas que no podiamos permitirnos, pero a golpe de tecla y nostalgia.

Veronica dice:
Agla, ¿estas allí?

Aglaia dice:
No lo puedo creer!

Recuerdo haber llorado de alegría. Y de haberme preguntado esa noche, sentada a solas en mi habitación, ¿que viene después?. Y sentir esa curiosidad indomable de la ciencia ficción personal, de remendar la fantasía con trocitos de realidad. De imaginar el día en que ya no solo podría hablar con Verónica directamente, sino que podría ir a Santiago de Chile, en un rafagón de luz. Como Spock ¿Verdad? había soñado, tendida en la cama, mirando las estrellas fluorescentes que por entonces tapizaban el techo de mi habitación. La era de los milagros no había hecho más que esperar.

Hoy sonrío. Todavía no podemos viajar en un rafagón de luz, pero el tiempo de lo nuevo, lo asombroso, está aquí. De lo que te hace soñar con mundos radiantes y lo que espera por ti, un poco más allá, mientras la historia se escribe tan rápidamente que la sigues a toda prisa sin alcanzarlo nunca. El hoy, que es casi mañana. Que es siempre.

De manera que si, hay cosas que perder y cosas que avanzar, supongo es la gran Lección. Aglaia cerró sesión por última vez.

C'est la vie.

1 comentarios:

Janendra Cien Pájaros dijo...

Lo leí anoche y me dio un golpe en el corazón. Messenger es mi programa de batalla T___T sólo espero que conserven los emoticones y el messenger lo más parecido posible en skipe.

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