Por segunda vez con el brazo extendido, mirando la aguja dibujar en mi piel una palabra: esta vez "creación" una idea que me ha acompañado desde siempre, un deseo...infinito, sí, de soñar y construir mi propio mundo allá a donde voy. Y tal vez se deba a que en esta ocasión ya sabía que sucedería o que simplemente, el temor y la emoción me hacen más sensibles, que el dolor fue distinto. Fue duro y ondulado. Tan agudo a veces que cerré los ojos y me mordí los labios para no gritar. Tan suave en otras que suspiré y tomé una bocanada de aire, deleitándome en él. y sentí, con esa claridad meridiana que cada cosa tiene un sentido si sabes paladearlo, que aquel segundo tatuaje, símbolo imperecedor de mi mayor compromiso diario, de la necesidad que me hace despertar a diario, del concepto que crea miles de circunstancias en mi mente: "Crear"
Y es qué, definitivamente, la experiencia de tatuaje es crear un pequeño lenguaje sobre tu cuerpo. Un abecedario, una simbologia que de tan intima, resulta inquietante. Porque al mirarte la piel, dibujada, dolorida, enrojecida, recién nacida, proclamando ese sueño, ese coincidencia de pensamiento que elabora esa mitología tan delicada, no puedes menos que sonreír. Sonreir por ese triunfo sobre ciertos prejuicios, la resistencia a creer y confiar y la liberación de hacerlo. Porque Crear es una manera de soñar sin reservas, de liberarte de los temores a pequeños pasos. Porque crear en suma es descubrir el valor de arrojarte a ciegas en el centro mismo de tus ideas y quizá, sobrevivir a ella.
El dolor pareció aumentar, solo para hacerse rojo e incandescente mientras mi tatuadora terminaba de delinear las letras. Finalmente se incorporó sonriendo, mirando la muñeca con la piel enrojecida y un poco tumefacta. Le devolví la sonrisa, tal vez ambas pensamos lo mismo. Los pequeños milagros, muchas veces duelen un poco antes de demostrarte con su propia existencia, el valor de algunas pequeñas decisiones.
C'la vie.
0 comentarios:
Publicar un comentario