martes, 18 de octubre de 2011

De la Identidad nacional: ¿Quienes somos? ¿a donde vamos?






Como muchos de los lectores de este, su blog de confianza, soy una sobreviviente a un país que se desploma diariamente como consecuencia de una serie de numerosos factores preocupantes. He sido victima de la inseguridad, de la deficiente y burocrática administración pública, del caos de los servicios públicos, de las restricciones económicas, de las absurdas medidas de infraestructura. Soy una Venezolana que comprende el justo valor de la democracia y está convencida que el deber ciudadano de todos es un esfuerzo conjunto para perfeccionar este sistema demagogo, destructor y represivo en el cual vivimos desde hace una década. En suma, soy una ciudadana de un país en franca decadencia y que día a día, se pregunta cual es la salida viable - realista - para toda la circunstancia que padecemos.


Durante los últimos meses, y debido principalmente al deterioro de la salud del Primer Mandatario, la discusión sobre el post chavismo, se ha hecho cada vez  más concreta y la idea sobre una Venezuela más allá de la autocracia mesiánica que sufrimos durante la última década se ha hecho más cercana. No obstante, y tal vez se deba a esa insistencia en creer que solo la conducta presidencial es el causante de la enorme debacle que vivimos, en lo personal, empecé a analizar la circunstancia entera desde un punto de vista personal. Y por supuesto, estoy completamente consciente del hecho que los desmanes políticos y jurídicos  cometidos por el Gobierno en ejercicio y la respuesta torpe de la oposición es una gran parte del problema. No obstante, al llevar a cabo una reflexión cotidiana, casi coloquial sobre la situación que atravesamos, no deja de ser notorio, que la responsabilidad individual tiene un peso importante, cuando no notorio, en la coyuntura actual.

¿A que me refiero en especifico? Sin duda, a todas las costumbres, trivializaciones y comportamientos que hacen de nuestro país caldo de cultivo para el caos estructural que sufrimos como sociedad:

* Quitate tu pa' ponerme yo: Lo vemos en todas partes, y lo más preocupante, es que se trata de un comportamiento social aceptado. El que simplemente irrespeta el turno ajeno ( coloquialmente llamado el coleado ), el que prefiere pagar sobornos, el que desobedece la ley siempre que puede, el que simplemente desconoce el derecho cotidiano de los demás. Resulta lamentable la manera como una gran parte de la población Venezolana está convencida que las normas básicas de convivencia no son tan importantes como para cumplirlas a cabalidad. Peor aun, resulta inquietante como se insiste en que este tipo de transgresiones carecen de real importancia en la cotidianidad.

* Trampa sale: Valores como la ética, el deber moral, la educación son subestimados en nuestra sociedad. Y no solo eso: muchas veces son considerados sinónimos de debilidad. Es común que la gran mayoría de nosotros consideremos que cumplir la ley de manera rigurosa es una perdida de tiempo o incluso entorpece lo que consideramos "lo cotidiano". Esta lamentable salvedad crea un ambiente jurídico fragil y además de todo, caldo de cultivo ideal para el abuso de autoridades y entes judiciales.

* Échame una manita: Nuestra sociedad propicia la corrupción, de hecho gran parte de nosotros está convencido que la vía rápida e ilícita es la más accesible para llevar a cabo cualquier trámite burocrático. Tan evidente es este rasgo de pura complacencia ante lo que se debería considerar cuando menos ilegal, que todos estamos conscientes - y lo admitimos de manera plena - de los sobornos, la corrupción en diferentes estratos de los servicios públicos y la necesidad de acatarlos como forma de solución de conflictos de manera rápida. ¿Cuantas veces no hemos asumido la existencia de soborno como única manera de facilitar un trámite legal o judicial?

* De la Irresponsabilidad y otras ideas:  El venezolano común interpreta su deber ciudadano como un mal menor que muchas veces se incumple por simple tedio. Votar, el pago de impuestos municipales, la protesta cívica, entre algunos ejemplos,  son percibidos como ideas ajenas, abstractas que no terminan de calzar dentro de la idiosincrasia del ciudadano de a pie. Más aun, el Venezolano no asume su cuota de responsabilidad dentro de los hechos políticos que acaecen con frecuencia en nuestro ámbito social.

¿Culpables de lo que ocurre? No totalmente por supuesto,  pero si cómplices pasivos de una Venezuela cada vez más conflictiva, errática y carente de un valor moral sustentable que nos permita en un futuro aspirar a un país próspero.

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