jueves, 20 de octubre de 2011

De Divinidad y la muerte



Para los pueblos primitivos, la divinidad estaba necesariamente encarnada por la feminidad. La mujer, era quien concebia y era capaz de alimentar a su hijo de manera autonoma - o así se creía - por lo que para muchas culturas, el mismo hecho de la concepción se interpretaba un acto mistico. Sin embargo, a esta Divinidad femenina, también se le atribuía el poder de la muerte, como termino inevitable del ciclo que comenzaba en su vientre. La Diosa está más íntimamente vinculada con la muerte cuando se presenta como vieja. Muchas culturas reflejan esta peculiaridad en la costumbre de que las ancianas se ocupen de los difuntos: los visten, los ungen y los velan hasta que se celebra el funeral. La vieja está también muy vinculada a la brujería, los misterios y los secretos. Una vez superada la edad fértil, se suele decir que la mujer "chupa su propia sangre" y en ocasiones la describen como "la que retiene". Pese a que es evidente que ya no es productivo, su útero puede convertirse en receptáculo de la regeneración, como el caldero de la Diosa celta Branwen, en el cual hervía a los muertos para resucitarlos. En virtud de su dominio de los misterios femeninos, el útero de la vieja suele representar la tumba: lugar que simboliza el miedo a lo desconocido.

Es posible que la vieja más conocida, unificadora de las esferas de la muerte y la hechicería sea Hécate. Es la más arcaica de las Diosas Griegas y probablemente procede de la Egipcia Heket o Heqit, Diosa de los partos ( conservadora arquetipica de los secretos femeninos que, por lo general, eran viejas que combinaban las funciones de atender a los muertos y de traer al mundo a los recién nacidos ) En la Teogonía, Hesíodo incorporó a Hécate con un ser digno de grandes Alabanzas. Era el retoño de la Luna en Sombras, regente de los muertos y controladora de los enjambres de fantasmas que por las noches recorrían las calles. Sobre todo cerca de las encrucijadas. Le dedicaban las cenas y dejaban las sobras en las puertas para que la comiese. Hécate colaboró con Démeter en la búsqueda de Perséfone. Y en ocasiones se convierte en equivalente de Démeter en tanto jueza de las almas.

En su condición de provocadora de la muerte, la vieja también desempeña el papel de jueza en última instancia. Su equipo suele incorporar libros de archivos como los de Ereskigal y Husbishag, su equivalente semita. Cuando cumple esta función, su nombre se menciona en los juramentos más solemnes y las portadoras de la muerte - de las Tellus Mater Romanas, pasando por la escandinava Yabme-Akka, a la africana Ala - se han convertido en las garantes de la verdad y la bondad.


Casi siempre la reina de la muerte se percibe como depredadora. Suele beber sangre, como la azteca Coatlicue, o devorar cadáveres como Hina de Oceanía. Miru, Señora Polinesia de los tres círculos interiores del Infierno se hace a un lado cuando las almas de los que acaban de morir viajan al encuentro de sus antepasados y tiende sus redes para atraparlos. Las almas malas acaban en las llamas de su horno y las buenas llevan una existencia muy parecida a la que tenian en la tierra, pero sin miedo a que la vida toque a su fin.

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