domingo, 11 de septiembre de 2011

Proyecto 30 libros: Uno que lo haya motivado a visitar algún lugar




Para nadie es un secreto que amo los libros de terror, sobre todo los que trascienden el género y crean nuevas vertientes y visiones sobre temas muy viejos. La Historiadora, el magnifico libro de la novel autora Elizabeth Kostova, tiene la cualidad de reverdecer un género que sobretodo últimamente parece haber sido desvirtuado por la baja calidad de los productos más recientes: el vampirismo y el terror gótico. No obstante, tal vez su mejor cualidad no sea ese replanteamiento del mito, sino el poder de evocación de lo que es la belleza de un mundo desconocido: El Istambul de mitad del siglo XX, una Joya arcaica oriental tan inexplorada como misteriosa.

Tal vez parezca un poco extraño, que en una novela que recorre los pasos de un Drácula histórico que poco a poco cobra tintes de leyenda y mito, lo más remarcable para mí, sea algo tan simple y no tan evidente como uno de sus escenarios. No obstante, en la narración de "La Historiadora" la figura del vampiro, forma parte de su tiempo, del lugar al que pertenece y sobre todo, a la cultura que le observa con los ojos atentos de un pasado remoto pero aun así muy presente. De manera que quizá, el vampiro que vive entre sus páginas, sea más el simbolo de una historia común narrada a fragmentos o aun más, de una visión del mundo tan antigua como perturbadora.

Y es que la Historiadora, recorre caminos pocos transitados en la narración contemporánea: esa inquietante belleza de un mundo inexplorado. Tal vez, acostumbrados a la inmediatez, a la comunicación globalizada, a la idea de una comunidad Universal unida por la información, se nos hace dificil imaginar una época donde había lugares del mundo por completo inexplorados, o simplemente inaccesibles. Probablemente por ese motivo, o porque brindó a mi imaginación un nuevo norte, La Historiadora me hizo desear transcender ciertos y concretos limites: la idea de viajar como busqueda de circunstancias intimas. Y como Paul, el personaje principal, Padre de la Protagonista sin nombre, sentí que una parte de mi espiritu se amplió, se abrió a una serie de ideas por completo nuevas, al descubrir ese mundo oriental tan espléndido como enigmático: Una Istambul de ensueño, mitico, con sus calles atestadas de ciudadanos de a pie, rodeada por los grandes arcos moriscos bajo el sol inclemente que brillo sobre sultanes y grandes ejercitos siglos atrás.

Hay una escena en particular, que me conmovió hasta lo indecible y de hecho, me llenó de una extraña sensación de expectativa que me hizo desear recorrer por mi misma Turquia: Paul, la segunda voz en la narración de la historia,  entra a la Magestuosa Hagia Sofia, uno de los templos más antiguos de la Cristiandad y que se eleva sobre la ciudad de Istambul, como antes lo hizo sobre Constantinopla y Bizancio y desbordado por su belleza, quizá su significado o simplemente por el peso de la historia que parece elevarse en sus enormes columnas, reflexiona sobre los limites humanos, la pequeña dimensión de la mente humana sobre lo Incomensurable de lo eterno y decide, nunca más dejarse contener por algo más que su propia visión de las cosas. La escena, significativa, espléndidamente detallada con buen pulso por su autora y creada a partir de una serie de ideas concretas sobre el poder del espiritu humano que me abrumaron, me hizo sentir de subito que necesitaba realizar mi propio periplo personal, recorrer un mundo gigantesco y desconocido, donde no tuviera nombre o quizá, careciera  de identidad, perdida en lo que me rodeaba, en una experiencia tan enorme como intima. Leí una y otra vez el pasaje, dos párrafos que en mi opinión, definen el sentido más exacto de esta Novela llena de una curiosa sensación de libertad: la de recorrer los caminos de una definitiva, poderosa y perdurable experiencia espiritual de indole personal.


0 comentarios:

Publicar un comentario