domingo, 10 de octubre de 2010

Del glamour, el mal humor, la ciclotimia y la extravagancia insomne. Por ese orden, o quizá al contrario, quién sabe.

Las ventajas del glamour...
(y no olvidemos que el glamour es lo relativo a las hadas*)




Escribo esto mientras miro la hora por enésima vez. Van a dar las dos de la mañana y en cinco horas, tendré que despertar para salir a una Caracas caótica, frustrante, abrumadora, desconcertante. Y sin embargo, aunque sé que debería dormir, aunque lo necesito - y van 23 horas de vigilia ininterrumpida - sigo aquí, escribiendo compulsivamente. De vez en cuando tomo un sorbo de te frio - ¿azahar es esto ? - y el sabor huidizo no hace más que provocarme una leve desesperación.

Una crónica silente.

Reviso en mis cajas de peliculas de Dvd: encuentro pequeñas reliquias que me hacen sonreir. La novia de Frankenstein, Frankenstein y el Hombre Lobo y La mansión de Frankenstein; las delicias de quien ha crecido viendo Cinemaxlos viernes por la noche en la madrugada profunda. Y no olvidemos que  Cinemax empezó poniendo la Universal y, cuando se les terminó, pusieron la Hammer. Tres películas de terror de infancia. Tres! Y de la Universal...

Pero sigo buscando con que distraerme. Inquieta, tomo fotografias, reviso libros viejos - una hoja perdida con un párrafo a medio escribir, monedas viejas de algún viaje exótico ajeno, trocitos de servilletas con dibunos - , abro y cierro gavetas. Continuo escribiendo. Y aun sigue siendo las dos. Los minutos transcurren lentos, cansinos. Miro por la ventana: la ciudad vacía tiene un aspecto pacifico. En la calle, una luz amarillenta dibuja la calle desolada. Un auto atraviesa el silencio a toda velocidad. El sonido del motor me irrita. Cierro las persianas de un golpe.

Finalmente las tres, tendida en la oscuridad con los ojos cerrados. El silencio es cada vez más pesado. Me imagino este silencio como un lenguaje, delicado, exquisito, extendiendose en todas direcciones a partir de mi. Un silencio con el sabor añil de las madrugadas heladas o el aroma límpio de la noche que sigue desengranandose en minutos lentos, trabajosos. ¿Aun son las tres? Me vuelvo de un lado a otro. Abro las ventanas, tomo una bocanada de aire oloroso a noche, a simplicidad. Vuelvo a la cama, me cubro con las sabanas. Abro los ojos, miro con cierta angustia los trozos de luz que forman pequeñas formas extraordinarias en su sencillez en mi pared. Y continuo sin sentir sueño.

De pronto ocurre, la pequeña ruptura de la madrugada. Cierro los ojos y caigo en un sueño agónico, un poco lento y fragil. Sueño pequeñas escenas deshilachadas, sin sustancia. Despierto sobresaltada. Una franja de luz gris, hermosa y recién nacida perfuma la habitación. Asi que de nuevo es de dia, pienso con una sensación de insulso bienestar. De nuevo, pude sobrevivir a mi propia angustia existencial.


Tomo un libro, cualquiera de los muchos que rodean mi cama. Hadas. Sonrío, fascinada por la involuntaria metáfora de este dia que nace después de una larga noche confusa. Las hadas, danzando en la memoria de las palabras. Terribles y furiosas y de pronto, sueños infantiles.  No olvidemos tampoco el origen medieval de las hadas, que tiene poco que ver con las amigas de Peter Pan en los jardines de Kengsinton... un hada medieval era básicamente una femme fatale. Viviana, la que encierra a Merlín en la torre de aire o en la cueva, según la versión, tras haberle sacado todos sus conocimientos; Morgana, la hermana de Arturo; Laudine, la mujer de Yvain. Y tantas otras...

Y no, para ser hada no hacía falta ser chica de portada de revista. Eran las únicas doncellas que no eran necesariamente o terriblemente guapas o espantosamente feas (y malvadas) en la narrativa artúrica. Otro punto para ellas.

Siempre quise ser Viviana y aprender todo de Merlín y encerrarlo en la torre de aire, en la versión con visitas y demás. Siempre quise un Merlín. Quién quiere un silfo pudiendo liarse con Merlín?


Y el día avanza, cada vez más caótico. La luz es cada vez más clara y poderosa. Vivificante. La noche anterior se desdibuja en pequeños fragmentos. Y yo salgo de mi crisis siendo dispersa, como siempre. Tampoco es otra cosa que deseo fortuito. O quizá un simple anhelo de paz.

C'la vie

Voy a dormir YA.

1 comentarios:

Señorita Cometa dijo...

Como en un espejo...:)
Y asi nos vamos encontrando en el aire ciberespacial. Lindo escribes. Encantada, mucho gusto, bienvenida, hola...
Gracias por tu comentario en Lufthaus...no puedo decir menos de ese ser...

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