domingo, 26 de septiembre de 2010

Construyendo el país con el que sueño.



Querida Venezuela:

Llegó el día en que como otras veces, tomé la decisión de darte mi rostro. Asumir que soy hija de una patria hermosa como lo eres tu, bendecida por la divinidad, por el tiempo y por la tierra. Soy hija de una Patria de libertadores, de luchadores, de triunfadores, de grandes gestas. Soy hija del mar y de la montaña, del valle en flor, de los bailes de tambor, del cielo profundamente azul. Soy hija de Barlovento y el cacao, soy hija de Caracas y el Ávila, soy hija de Mérida y el páramo, crecí entre las esquinas de caracas, entre helados de parchita y hallacas, corrí persiguiendo las palomas de la Plaza Bolívar, soy hija del Pánteón, de la catedral, soy una estudiante la Universidad Central de Venezuela, soy una devota de la gran madre de Coromoto, soy hija de María Lionza, soy orgullosa Amazona de Sorte, HIja del Orinoco, de los llanos, dueña del tepuy, soy hija del Zulia y el lago brillante y misterioso. Aquí nació mi madre, aquí creció mi familia y aquí deseo que nazcan mis hijos. Soy hija de cada rincón brillante, de cada olor, de cada textura de esta tierra que amo con todo mi corazón. Todas esas voces forman parte de mi espíritu, soy el canto de la juventud, la pasión por la libertad, el deseo de crear una sociedad justa, contemporánea, llena de significados, donde todos tengamos el mismo derecho a desear un mejor porvenir.

Este fin de semana decidimos tu futuro y  no abogaré por ninguna opinión política, sino por la Paz. Aspiro a la libertad, aspiro a la máxima expresión de mi derecho como cuidadana, anhelo que cese el prejuicio, la idea del otro, la diferencia y el odio. Porque ése país oscuro donde el temor impera no eres tu, la bella Venezuela en la que crecí,  sino es el peor temor de quienes amamos  por encima de todas las cosas. Heredaré esta tierra al futuro,  te heredaré como  Tierra de gracia a mis hijos y por ese motivo lucho. Y lucharé siempre.

Porque Venezuela querida, tu llevas mi rostro y el de todos tus hijos. 

Paz para Venezuela. Porque todos somos Venezuela.

Tu hija que te quiere,
Aglaia.

1 comentarios:

Alberto Martínez Vizcaya dijo...

Escribes hermoso. Me fascino desde el principio todo el texto esta maravillosamente concebido, mis felicitaciones. Te escribo con mi meñique lleno de tinta, porque yo también le dí mi rostro a está Venezuela nuestra.

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