lunes, 16 de abril de 2018

Crónicas de la Nerd Entusiasta: todos los motivos por los cuales deberías ver la serie “The Terror” de David Kajganich y Soo Hugh.




La noción sobre lo que lo que puede aterrorizar — o el mero hecho de resultar aterrador — tiene un inevitable ingrediente subjetivo, que convierte al miedo en una reflexión sensorial, más que en un concepto en sí mismo. Ridley Scott lo sabía y por ese motivo, su “Alien” (1979) reflexionó sobre lo terrorífico desde las sombras. Durante todo el metraje, la tripulación batalla contra un monstruo que apenas distingue pero también, entre docenas de penurias e incidentes inesperados, que convierten la travesía en una pesadilla claustrofóbica. El terror se convierte entonces en una mirada a la incertidumbre, en piezas sueltas del mecanismo de lo cotidiano que pueden construir una colosal amenaza.

De la misma manera que “Alien”, la serie “The Terror” ( producida también por Ridley Scott junto a David Kajganich y Soo Hugh -2018) analizan lo escalofriante desde el enigma que se esconde en el misterio de lo cotidiano. Basada en la novela homónima de Dan Simmons, la historia tiene la misma estructura pausada y cada vez más claustrofóbica de la novela, pero además, añade un elemento inquietante basado en un viaje marítimo que a primera vista, tiene todas las características de la usual aventura sobre el mar. No obstante, de inmediato, el guión deja claro que lo terrorífico está más allá de lo que sea que espere a la tripulación en el confín del mundo conocido. Lo escalofriante, empieza a crearse a medida que pequeñas y grandes tragedias imprevisibles comienzan a ocurrir en cubierta y se hace evidente que el predecible elemento sobrenatural es el menor de todos los problemas a los que el H.M.S. Erebus se enfrentará a no tardar. Hora a hora, los esforzados marineros deben lidiar con todo tipo de horrores: muerte por congelación, ahogamiento en aguas tan heladas que resultan trampas mortales desde el primer contacto, ataques violentos de animales. La experiencia del miedo se extiende no sólo desde la percepción de lo temible como una conmoción única, sino como una serie de ideas que se relacionan entre sí hasta elaborar una concepción del miedo monumental. Como si se tratara de un monstruo indescriptible, los dolores y horrores a los que se enfrenta la tripulación son de hecho, la puerta abierta hacia algo más inquietante, duro de comprender, extrañamente violento que la mera idea de un único suceso siniestro.

David Kajganich y Soo Hugh se toman el trabajo de contar la historia del fatídico viaje a través del hielo del Atlántico Norte con paciencia y pulso preciso, lo que convierte a los dos primeros capítulos de la serie en un recorrido accidentado y siniestro hacia una oscuridad que apenas se sugiere. Basada en una historia real ocurrida en el año 1845, “The Terror” construye una visión sobre lo temible que tiene su origen en pequeñas escenas que profundizan en la tripulación como testigo de lo acaece. John Franklin (Ciarán Hinds) comanda el Erebus sin tenerla todas consigo: su habilidad es cuestionable y de hecho, desde las primeras secuencias resulta evidente que los trastornos a los que se enfrentará la nave, tienen una directa, inmediata y dura relación con su incapacidad para lidiar con una expedición de semejante envergadura. Poco a poco se hace evidente que Franklin consiguió el cargo gracias a su condición social y el guión hace hincapié en su torpeza con una sutileza casi patética. Una y otra vez Franklin parece batallar con su incapacidad y torpeza, creando el caldo de cultivo ideal para el incidente mayor que la serie anuncia con todo tipo de percepciones y subterfugios. Poco a poco, resulta evidente que el H.M.S. Erebus, se encamina no solo a una confrontación con una situación inusitada sino a las inevitables consecuencias de la incapacidad de su tripulación para lidiar con lo imponderable.

Quizás, esa incertidumbre yuxtapuesta sobre un evento violento imposible de definir, sea la premisa más complicada que “The Terror” debe manejar. La serie hace un excelente recorrido por las cuestiones no tan obvias respecto a la tensión entre la tripulación y además, las situaciones que se entrelazan desde en el exterior para elaborar algo más violento y cruento. Mientras el barco navega por un mar — mal — helado, cada vez más peligroso pero sobre todo, convertido en un enemigo silencioso para un grupo de hombres que deben lidiar con el miedo, un peligro al acecho pero además, contra sí mismos. Poco a poco, el ambiente enrarecido en el H.M.S. Erebus se convierte en algo mucho más duro de asumir que la amenaza externa. Y entre ambas cosas, el horror que subsiste y se manifiesta (que se anuncia como una presencia colosal apenas entrevista en el argumento) termina por convertirse en una premisa persistente que no se define del todo, quizás el juego de espejos más ambicioso del guión y el que transforma a la serie en una cuidadosa percepción sobre lo terrorífico de enorme solidez argumental.

Porque “The Terror” es una combinación del eco del miedo que apela a la circunstancia humana en medio de un tipo de peligro que es imposible definirse con facilidad. La creciente guerra interna entre la tripulación, los barcos gemelos de la expedición, el clima cada vez más violento, transforman la idea del miedo en una presencia que puede contemplarse desde la concepción de lo invisible. Y no sólo desde la percepción de lo sobrenatural: las circunstancias que enfrentan a los hombres entre sí, tienen un rostro evidente, elocuente y circunstancial que evade toda explicación lógica y cuando la tiene, parece ser parte de una deconstrucción de la realidad en la que la naturaleza es un enemigo a temer. Los trozos de hielo atraviesan el mar, en tanto los barcos crujen bajo la intemperie. Toda la serie tiene un aire de sofocante angustia progresiva muy semejante al “Alien” de Scott, pero también a “The Thing” (1982) de Carpenter (con toda su alienante visión de lo terrorífico en espacios aislados o deshumanizados) e incluso, de la concepción del monstruo de Cronenberg, con el miedo al contagio físico de padecimientos físicos no muy claros y la caracterización de la decadencia física desde cierta caricaturización grotesca. En medio de esta mezcla, lo temible se anuncia como un castigo o mejor dicho, como una temible comprensión del bien y del mal que parece construirse poco a poco, escena a escena en medio de una mirada hacia la incertidumbre que espera a la tripulación. Las insinuaciones de lo sobrenatural aparecen de tanto en tanto a lo largo de la serie, que establece el horror como un elemento icónico. El monstruo existe, se manifiesta, se asume real. Pero tampoco es otra cosa que una combinación de horrores que entre sí misma, se elaboran como un discurso más concreto y doloroso. Una pornografía elegante sobre la miseria, lo espantoso y la guerra silenciosa entre la oscuridad de la razón, que convierte a la serie en un anuncio de algo más doloroso de lo que aparenta en primer lugar.

Por supuesto, la producción de Scott apuesta alto: la premisa de la expedición peligrosa a un lugar distante e incomprensible (ese ártico canadiense inexplorado en la segunda mitad de la década de 1840), tiene la misma solidez que la Ciencia Ficción de alto calibre que el director llevó a cabo en los primeros años de su carrera fílmica y que abandonó por algo más comercial y menos enrevesado durante los más recientes. Con todo, la influencia de Scott es lo bastante notoria para resultar reconocible: la cualidad del monstruo es huidiza, misteriosa, se manifiesta en pequeños eslabones de información que se entremezclan entre sí hasta elaborar algo más misterioso que la mera idea de lo que se esconde en las sombras. “The Terror” no sólo analiza la historia de la pérdida de la humanidad en mitad de una tragedia progresiva, sino que además, dota a la historia de un aire deprimente, duro de digerir y por momentos directamente insoportable. Es la manifestación de lo desconocido y lo salvaje, lo que a su vez, manifiesta la proporción del dolor y lo inquietante, como parte de la identidad humana. El diseño de producción, dirigido por Jonathan McKinstry, crea un entorno detalle e hiperrealista, basado no sólo en la tecnología digital sino en modelos a escala. La combinación convierte al mundo que rodea a “The Terror” en un mundo brumoso, de luz temblorosa y a menudo lechosa, en medio de una constante sensación de asedio y miedo que la puesta en escena lleva a un nivel inquietante y potente. Con un evidente recurso documental y sobre todo, una evidencia perpetúa sobre el ser y el hacer del ser humano en mitad de la desgracia. Un monstruo más temible, violento y extravagante que el que pueda concebir cualquier mente humana. Y quizás es esa inquietante visión sobre lo terrorífico, lo que brinda a “The Terror” su especial brillo oscuro, desgarrador y doloroso. Una durísima visión sobre el dolor humano convertido en una criatura — peligrosa y violenta — imposible de definir.

0 comentarios:

Publicar un comentario