martes, 5 de diciembre de 2017

El amor, el dolor, el deseo, el olvido: “Call Me by Your Name” de Luca Guadagnino y la mirada al secreto emocional.





Para Hollywood, el misterio de la sexualidad, la orientación sexual y el erotismo continúa siendo un estereotipo con el que le lleva esfuerzos lidiar. Desde las dolorosas praderas de “Brokeback Mountain” (Ang Lee — 2005) hasta la meditada elocuencia visual de Tom Ford en “A Single Man” (2005), las noción sobre la presión emocional y la lujuria mal contenida que suele definir la pasión homosexual en el mundo del cine, tiene mucho de una búsqueda de justificación de su existencia y motivo. Como si necesitara de una explicación y sobre todo, de una perspectiva concreta, muy pocas películas analizan el hecho de una relación entre dos hombres como algo más que una rareza sometida al sufrimiento, el padecimiento existencial y al desarraigo emocional. Tal vez por ese motivo, la película “Call Me by Your Name” del director Luca Guadagnino marca un hito en el subgénero pero además, en la noción sobre el amor, la pasión y la belleza en medio de un ambiente controvertido y potencialmente peligroso. Con su atmósfera de romance suntuoso y su reflexión sobre sobre la profunda conexión que precede al amor, “Call Me by Your Name” parece mucho más interesada en profundizar en la ternura, la noción sobre la diferencia y la comprensión sobre el amor como vínculo intelectual que otra cosa. También hay mucho de esa percepción inusual sobre lo romántico concebido desde el secreto y la presión cultural y social. El resultado es una obra pausada, visualmente asombrosa y sorprendente por su sensibilidad.

Pero más allá de eso, “Call Me by Your Name” analiza también la cualidad telúrica del primer amor, la percepción de la identidad como origen de la presunción de la realidad pero sobre todo, la capacidad del deseo y el romance para conjeturar sobre la individualidad. Con un pulso inteligente y sobrio, Guadagnino se aproxima a la interpretación del amor y la lujuria como un estado del ser y sobre todo, una huella privada que permanece a través del tiempo. Lejos de la estridencia, el sufrimiento e incluso el melodrama que suele achacarse a romances “prohibidos” — por la época, el tiempo, las circunstancias, la cultura — el amor para Guadagnino es un descubrimiento, una expresión atroz y veleidosa que se asume de enorme importancia incidental y personal. Una visión extraordinaria sobre el tiempo y los espacios íntimos que deslumbra por su agudeza, inteligencia pero sobre todo ternura.

Uno de los grandes triunfos argumentales de “Call Me by Your Name” es alejarse cuanto puede de la tragedia y el horror. El guión analiza las emociones de los personajes a través de su profundidad e inevitabilidad, más allá de la noción sobre lo terrores y dolores de una relación destinada a terminar muy pronto. La delicadeza de la mirada argumental permite que el amor sea un misterio — antes que un secreto — y ese pequeño matiz, dota a la trama de una intensa mirada hacia los derroteros sentimentales y personales que construye una concepción realista sobre lo privado y lo intenso del enigma del otro, encarnado en una pareja de amantes que trasciende la mera noción de la angustia que puede suponer un romance efímero. Con su engañosa pátina de película suave e incluso, de sentimientos Universales, “Call Me by Your Name” es una reflexión intensamente erótica y contenida sobre las vicisitudes del deseo y el impulso primario por el asombro del amor como experiencia. Para Guadagnino, el punto de vista de un deseo y una emoción que se reprime a la fuerza, desborda el concepto mismo del amor que atañe el simple impulso o incluso, la torpe inocencia en búsqueda de significado. Además, el director contextualiza la historia dentro de esa línea inquietante entre lo prohibido como mirada a las propios prejuicios. Para Guadagnino, la emoción se contiene, se transforma en una idea profunda y trascendental que se atribuye el valor de una experiencia casi dolorosa. El director contempla con cámara subjetiva el romance entre sus personaje como un lenguaje inteligente y elegante sin verdadera resolución. Como resultado inmediato, “Call Me by Your Name” asume todo contacto físico como crucial, electrizante y un riesgo en sí mismo que se entrecruza como una necesidad siempre insatisfecha.


Para Guadagnino y James Ivory (autor del guión de la película) la intimidad es un hecho gradual que se construye a través de pequeños actos de valor de sublime ternura. Elio (Timothée Chalamet), el joven estudiante hijo de un profesor de antigüedades (Michael Stuhlbarg) que pasa el verano en la extraordinaria Villa de su familia en el norte de Italia, y Oliver (Armie Hammer) crean un retrato sobre la dulzura y la misteriosa química del amor que asombra por su inquietante capacidad para desconcertar. Guadagnino describe con buen tino y una extraordinaria inteligencia visual, la atracción inmediata entre ambos personajes y la forma como la existencia de esa singular conexión sin parangón (No hay medias tintas en aguda narración de la relación) sacude el mundo de ambos. La conexión entre Elio y Oliver es muy evidente y palpable, pero el guión elabora una idea perspicaz sobre la voluptuosidad basada en golpes de inteligencia argumental y una tensión brillante, todo en medio de un contexto tan hermoso como bucólico. Como lo ha hecho ya en sus obras anteriores, Guadagnino apuesta por analizar lo físico desde cierta distancia basada en una contemplativa visión sobre la belleza. De la misma manera de “I’m Love” (2009), en la que el director analizó la psiquis vulnerable de Tilda Swinton a través de una rara percepción sobre su impactante presencia, en “Call Me by Your Name” Guadagnino plantea el enigma del amor y el poder de una relación emocional a través de una idea intrigante sobre lo físico: el deseo, el apremio y la ternura oculta bajo la tensión que se adivina pero que nunca llega a expresarse del todo. “Call Me by Your Name” no es un drama erótico y de hecho, las escenas sexuales — muy pocas en comparación a los largos silencios contemplativos y la ternura apenas sugeridas — se encuentran cuidadosamente coreografiadas, con una mirada sensible sobre el apremio oculto bajo la presión social. Además, la química entre ambos actores resulta radiante y vital, lo que convierte a las escenas más íntimas en una reflexión delicadísima sobre la capacidad del amor para transformar los dolores y pesares en algo más extraordinario y poderoso. “Call Me by Your Name” es una historia de amor, pero también una reflexión sobre la madurez, la lírica hermosura del descubrimiento erótico y emocional, la seducción entre silencios doloros y temibles. A pesar del deseo evidente, los personajes nunca hablan sobre sus sentimientos, sino que de hecho, hay una verdadera noción sobre la incapacidad de hacerlo. Toda la película es una meditada mirada sobre el miedo, la tensión y la necesidad de ocultar sentimientos bajo capas morales e ideales, una meditación poética sobre la represión sexual pero más allá de eso, del peso de la angustia moral sobre los sentimientos y el apremio sexual. Entre ambas cosas, el guión traslada las cargas y percepciones sobre la necesidad inquieta del primer amor hacia algo más amplio y dulce, que no termina de resolverse del todo.

La película entera tiene una enorme cualidad furtiva que además, se entremezcla con una profunda mirada contemplativa sobre la realidad física del amor y la emoción convertida en autodescubrimiento- A diferencia de “Brokeback Mountain” — con toda su carga de tragedia romántica — “Call Me by Your Name” analiza las relaciones entre los hombres desde una amplitud generosa y ambivalente que asombra por su ternura. Ambos personajes se relacionan con mujeres y de hecho, el director lo hace evidente para lograr construir una versión sobre el sentimiento que los une a ambos como un vinculo inexplicable y extrañamente poderoso. La película enfoca todo su poder narrativo en resolver la cuestión sobre quienes somos realmente frente a la mirada de lo sexual y la plenitud del deseo. Oliver — mayor que Elio y en apariencia más experimentado — es sin embargo, quien debe lidiar con sus temores y angustias desde una perspectiva más tradicional, mientras que Elio — confuso y abrumado por la noción de lo erótico recién descubierto — asume su recién descubierta sexualidad como una puerta abierta hacia la belleza y el asombro intelectual. Y es la combinación de ambas percepciones sobre el amor y el deseo, lo que convierte a “Call Me by Your Name” en una reflexión profunda e intensa sobre la pasión, el tiempo y las oportunidades perdidas. Todo bajo el radiante de una Italia idílica y un secreto escondido entre líneas.

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