viernes, 22 de julio de 2016

Proyecto "Un país cada mes" Julio: Alemania. Patrick Süskind.




Se suele decir que la corta pero intrigante obra literaria  de Patrick Süskind desafía la esencia misma de lo literario:  el autor se atreve a desdeñar esa idea que subyace bajo toda narración - contar lo que ocurre, lo que podría ocurrir - para construir algo mucho más elaborado y profundo: narrar lo que percibe, en la abstracción de los sensorial, de un hedonismo tan puro como crudo. Porque Süskind, con su metafórica visión del mundo que se mira desde lo marginal logra encontrar ese elemento que desafía toda explicación y conclusión, lo que se desea y a la vez resulta perturbador.

En una ocasión, el autor comentó a un periodista que recomendaba lee su obra sin ideas preconcebidas, desde la naturalidad "de permitir la sorpresa". Se trata de una reflexión singular acerca de lo poderoso en cualquier narración, lo que nos hace consciente de su valor e importancia. O mejor dicho, sin asumir de inmediato el discurso - y lo esencial - de la idea que sus elaborados textos deseaban transmitir. Hay algo ambiguo como evocador en esa percepción de la obra como una alegoría desde lo que apenas se sugiere. Y quizás se deba, a que la visión de Süskind sobre lo que se narra no se  prodiga con sencillez, que es tan hermosa como retorcida, tan dura como conmovedora. Sus obras - desde el éxito de librerías "El Perfume" hasta sus cuentos cortos cargados de simbolismos como La historia del señor Sommer - apelan directamente a los sentimientos sino algo más elemental y primitivo: un apetito sensorial que parece superar la mera racionalidad. Un privilegio quizás olvidado por nuestra naturaleza humana, por esa obsesión del hombre por ejercer control sobre esa idea salvaje que persiste más allá de toda visión del bien y del mal. Un pensamiento desconcertante: porque lo esencial y sensorial evocan - insinúan - el prodigio de lo intimo, de lo crudo, de lo voraz. Antes que el tacto, incluso de la vista, ocurre el olor. Antes que el asombro y el placer, ocurre el miedo.  Un instinto tan antiguo y primigenio que parece hablar de una naturaleza dual, incontenible y violenta. Porque la naturaleza, por sí misma, posee un lenguaje propio, es un mensajero de una esencia que desaparecer en el aire, enorme y perturbador. La seducción de esa naturaleza dual - violenta y complaciente -  es implacable. Y sobre ellas medita  Süskind. Sobre esa posibilidad de analizar el hombre como parte de su terrores y dolores.  No en vano, casi todo el mundo recuerda a través de los olores, los familiares, los que atemorizan, los que repugnan.  Lo emocional como huella, como elemento primordial de lo que habita en la memoria. De lo que anuncia algo más que una imagen o el fragmento de una idea. Sensación pura.


Como  éxito literario inesperado, El perfume, supuso la revelación internacional  Süskind. Lo cual demostró que el escritor es quizás también uno de sus personajes: Süskind rara vez concede entrevistas y es conocido en el mundo literario por una insólita discreción que raya en lo extravagante. No aparece en público y rechazo reconocimientos literarios como los premios Gutenberg, Tukan y FAZ por su insistente negativa a permanecer oculto en lo que llama "un saludable anonimato". Existen muy pocas fotografías suyas y de hecho, esa intención de misterio, esa notoria necesidad de subsistir a la sombra, hacen que el tejido estructural de sus obras sea incluso más creíble. Porque hablamos de un conjunto de ideas que intentan expresar esa inmensa soledad interior que abarca no sólo la identidad sino las relaciones de sus personajes con el mundo, esa notoria distancia entre la posibilidad y la capacidad de reconocerse en alguien más.  Y este Süskind solitario, sometido a un ostracismo voluntario y convertido en un espacio en blanco en medio de la identidad literaria, fue una especie de expresión directa sobre el mensaje que desea construir a través de sus historias.

Como obra intimista, la novela intentó retratar una época y un país, la Francia del siglo XVIII. Y lo logra con inusitada habilidad: porque aunque Süskind no intenta crear un relato basado en lo histórico, el tiempo y la época brindan un peso y una dimensión totalmente nueva a la narración. Y es que el autor construye con habilidad una historia que parece beber de un existencialismo evidente: Su personaje Jean-Baptiste Grenouille resume esa visión del marginal en una época donde la pobreza condenaba al hombre a la invisibilidad. Una criatura repugnante, agresiva, que  pasa desapercibida en el oropel del lujo de una París radiante, que sin embargo se desploma  a pedazos en su propia decadencia. Asombra, esa visión del individuo reducido a despojos, ese ciudadano del abismo que recorre la ciudad destinado desde su nacimiento a morir en sus calles. Pero aún más, resulta casi inquietante la manera como se construye asi mismo a partir de la indiferencia del otro, como habita en las sombras, y finalmente triunfa a través de ellas. Tal vez la mayor paradoja de "El Perfume" sea justamente esa rebeldía de lo insensato: esa obsesión muda de Jean-Baptiste Grenouille que yace más allá de toda razón e interpretación racional y que le perseguirá  hasta el magnifico desenlace de la historia.



Como autor contemporánea que se precie,  Süskind va más allá de la mera descripción: se convierte en una experiencia de percepciones encontradas que desafía la comprensión del lector. Patrick Süskind, creado para si mismo un nuevo género literario que roza el naturalismo  con elementos de profunda ironía, nos transmite una visión ácida, cruda y  y desengañada del hombre sin rostro, que deambula en la historia sin tener un verdadero lugar en ella. Sin duda, la obra de  Süskind perturba a menudo por rozar lo desagradable, pero a la vez  disfruta de contar una historia desde esa visión desconocida de la  sabiduría olfativa, imaginación y enorme capacidad para conmover - aterrorizar, repugnar -  al lector.



Y es que muy probablemente, el elemento más inquietante de las obras de Süskind es que a medida que avanzan, logramos asumir el origen de ese mal apenas sugerido y su poder de seducción. En la historia de El Perfume, llegamos a comprender a Grenouille. Le comprendemos en su miseria, en su dolor, en su furia y quizás en su desamparo. Y la mirada se hace preocupada, insistente, mientras su vida se desarrolla en pequeñas escenas que construyen algo más grande que su propia anodina visión del mundo : incapacidad de amar y al profundo rechazo social y familiar que lo ha acompañado a lo largo de su vida, lo convierten de manera irremediable en un monstruo. El vacío existencial, las ansias de poder, la soledad, el problema identitario del sujeto y otros muchos aspectos brotan de la obra de una manera discreta pero a la vez impactante, donde en cualquier caso no es difícil acabar sintiendo cierta compasión por este asesino en serie tan castigado por la vida. En la oscuridad de la furia, de su visión desconcertante de la realidad, Grenouille no es más que un huérfano del tiempo que le tocó vivir y más aún, de su propia circunstancia. Tal como lo es el hombre moderno que Süskind aspira seducir con sus obras. Tal como quizás lo es, el propio escritor.

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