domingo, 30 de junio de 2013

La bruja y la escoba: Volando en la imaginación popular.







Cuando era niña, siempre me asombraban las historias que se contaban sobre las brujas. Algo que creo era lógico, sin duda. Porque para mi, una bruja era mi abuela, mi mamá, cualquiera de mis primas. Una bruja era una mujer sonriente con los brazos cargados de flores, y el cabello oliendo a cerezos. La que cuidaba su jardin con las manos desnudas, la que alimentaba a los animales callejeros con el mismo amor que los que cuidaba en casa. Era la mujer hermosa que cantaba en mis rituales, con el cabello trenzado, y la bisabuela con el cabello muy blanco que cosía en la maquina Singer. Porque las brujas eran mi familia, mis damas. Y esa imagen, no coincida con las otras brujas, las que la gente me contaba.

Porque para todos los demás - o al menos, la gran mayoría  - una bruja era una mujer de piel verde, que se reía en crueles carcajadas mientras decidía cual cosa terrible haría para divertirse. Una bruja se vestía de harapos, con sombrero en punta y meneaba su caldero repleto de sustancias peligrosas y de olores nauseabundos. Peor aún, una bruja era una mujer maligna, que utilizaba sus capacidades para destruir y asustar. La imagen no podía ser contradictoria y esa visión dual - lo que veía en mi casa y lo que veía fuera de ella - me acompañó por años. Crecí con ella de hecho, y siempre me preocupó.

Siendo adulta, la cosa mejoró un poco. Por risible que parezca, la saga literaria de Harry Potter y otras historias que tienen a la magia como punto central  - y que ofrecen una visión más benévola de la brujería, - brindaron un rostro más humano a esa idea de lo prohibido y lo temible que siempre rodeo a la bruja. Fue todo un alivio que progresivamente, la palabra "bruja" dejara de producir sobresaltos y se asociara con algo más cercano a lo que es en realidad: una figura gentil y quizás, enigmática.  Claro que, la imagen "maligna" sigue subsistiendo. La encuentro de vez en cuando, en los prejuicios de los demás: en la mirada un tanto inquieta que me dedican cuando les menciono que soy bruja, en la sonrisa nerviosa de los que cambian de tema de inmediato. En los que consideran que esta bien burlarse un poco de mis costumbres. De niña, todo eso me sobresaltaba - y me enfurecía -. De mayor me sigue enfureciendo - nunca dejará de hacerlo, creo - pero aún así, comienzo a comprender que esa imagen de la bruja "malvada", con su verruga en la nariz y volando por la noche montada en su escoba, es parte de esa imagineria popular que intenta comprender lo diferente como mejor puede. Incluso me divierte esa imagen: ya no me produce preocupación - no tanta, lo admito -, sino más bien una sensación de encontrarme entre dos perspectivas de lo que considero normal. Dos visiones de mi misma, quizás.

Por ese motivo, decidí incluir en este, su blog de confianza, una serie de artículos, donde intento desmitificar esa imagen de la bruja "temible", la demoníaca, la irreal. Lo haré siempre desde la óptica de mis costumbres y lo que creo - ¿de qué otra manera podría hacerlo? - pero también, investigando esa otra visión:  la de la cultura popular,  tan extendida y acendrada. Esa que parece formar parte de la costumbre y más allá, de esa idea social sobre la magia que por tanto tiempo se dio por sentada. Y es que quizás, entre las contradicciones, los paralelismos y las similitudes, encuentre algo tan valioso como escaso: comprenderme a mi misma a través de mi propia historia.

La bruja y la escoba:


Tal vez por ser una de leyendas más comunes - y sobre todo más intrigantes, al menos desde mi punto de vista - decidí comenzar esta serie de artículos hablando sobre esa imagen tan popular que asegura que las brujas tienen la capacidad de "volar" - con o sin escoba, dependiendo de la fuente -. En realidad, la imagen de la bruja remontando la noche en veloz vuelo, tiene su origen en antiguos rituales de fertilidad, realizados como parte de las celebraciones de luna llena. Durante los tres días del período lunar, las brujas que aun eran doncellas, recorrían los campos llevando una vara de sauce o fresno en la mano, para así atraer la fuerza de la Diosa sobre los campos recién plantados; de ahí procede la típica imagen de las brujas de Halloween volando en sus escobas. Asimismo, mientras se marcaba a los animales con el fuego ritual, eran golpeados con escobas para favorecer la reproducción del ganado. Su simbolismo sexual también las convierte en un instrumento natural para sellar los ritos matrimoniales. La imagen de los miembros de una pareja pagana "saltando sobre una escoba" tras intercambiar sus votos conyugales es muy conocido incluso en las culturas más convencionales.

Este ritual era conocido como " la vara de la conciencia" porque en sus elementos combinaba los aspectos creativos masculino y femenino. El palo de la escoba simbolizaba el falo, mientras que las cerdas representan el monte de Venus, que guarda en su interior la abertura de los órganos reproductores femeninos.

Este ritual se mantuvo incluso en diversas celebraciones rurales alrededor de Europa hasta muy entrado el siglo XIX, siendo entonces condenado por la iglesia y tachado de "sacrílego". No obstante, la imagen de la bruja y la escoba quedó irremediablemente unida en la imaginaria popular.

Tradicionalmente, las escobas se han colocado debajo de las camas con fines mágicos para pedir tanto protección como fertilidad, y han permanecido cerca de los hogares y las puertas como medida de amparo y salvaguardia. Asimismo, dos escobas cruzadas impiden a los espíritus y personas no deseados penetrar en el área que protegen.

Las escobas también se han utilizado para alejar las energías negativas o terrenales de una zona sagrada, así como para, una vez creado el círculo protector, atraer las energías positivas hacia el interior de la casa. En la Irlanda del siglo XVII, una mujer llamada Alice Kyteler fue condenada por bruja porque un vecino la vio de noche barriendo la puerta de su casa mientras entonaba un hechizo para atraer la prosperidad a su hogar.

Si quiere utilizar una escoba para sus rituales mágicos, consiga una que sea de su agrado y úsela sólo para ese cometido. No escoja la de barrer la casa; una escoba ritual no debe usarse en ese mundanal sentido, ya que correría el riesgo de perder todos los poderes mágicos que haya acumulado en ella. Si alguna vez la utiliza para barrer el suelo de su cocina, debe ser como parte de sus actividades mágicas.


Otro posible origen del mito sobre la supuesta habilidad para volar de las brujas, tenía su origen en un ungüento que suele usarse durante diversos rituales, sobre todo durante las consagraciones de las brujas a sus deidades particulares. Durante la edad media se creía que los brujos volaban en escobas pero en realidad lo que hacían era usar el ungento volador, el cual debido a las sustancias alucinógenas que lo componían, creaba la ilusión que estaban volando.

Antiguamente, la mezcla del aceite para la trasición de conciencia - como es llamado este ungüento por la tradición de brujería que practica  - tenía ingredientes que incluían proporciones más o menos peligrosas de diversas sustancias aluciógenas como lo es el acónito, la belladona, cicuta, perejil y otras. Estos ingredientes se reducian a polvo y se mezclaban con una pequeña porción de manteca de cerdo. La sustancia resultante era aplicada sobre la piel de la postulante para ocasionar un efecto de euforia y frenesí durante determinados momentos del ritual de consagración.

No obstante, en la actualidad, la composición del aceite es mucho más simple, y podríamos decir con justicia, menos peligroso que su antecesor. Los ingredientes para realizarlo son los siguientes:

Aceite de canela.
Aceite de azahar.
Benjuí.
Aceite de Jengibre.
Clavos de olor reducidos a Polvo.

Preparación:

En realidad, es muy sencilla. Mezcla cuidadosamente el aceite de canela y azahar, con el benjuí hasta obtener una sustancia de color uniforme ( usualmente ambarino ) e indiferenciable. Déjalo descansar por dos días y luego, realiza un pequeño tamiz con un trozo de muselina. Al liquido resultante, añade el aceite de jengibre y el polvo de clavo de olor. Introduce la esencia resultante en un recipiente que puedas cerrar convenientemente. Una vez que lo hayas hecho, mantenlo en un lugar seco y oscuro por unos cuatro o cinco días.

Modo de uso:

Frotalo por todo tu cuerpo y luego, realiza una meditación, concentrando tu energía en la llama de una vela ( preferiblemente blanca ) y sintiendo como el aceite te permite trascender de tu estado de conciencia habitual a uno más amplio, poderoso y creativo.

Cuando estoy a punto de terminar de escribir este artículo, miro con una sonrisa traviesa el pequeño afiche colgado de una de las paredes de mi estudio: Una bruja de cara graciosa, ríe a carcajadas mientras atraviesa el cielo nocturno sobre su escoba. Y la imagen me parece hermosa en su simbología, en el poder de evocar esa parte traviesa del misterio, quizás de eso que queremos imaginar es real. Una forma de soñar.

C'est la vie.

¿Quieres leer algo curioso sobre el tema?  Dale un ojo al siguiente artículo --> http://pijamasurf.com/2013/05/suazilandia-prohibe-que-brujas-vuelen-a-mas-de-150-metros-de-altura/

Gracias mi bella @CristalPalacios por enviarmelo!

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