sábado, 23 de febrero de 2013

Delirios sabatinos: La violencia y su legado social.





Ayer, comentaba en la red social Twitter, que dedicaría la semana entrante a libros sobre la violencia. Y mi amiga @LicoaDTP hizo un comentario tan certero que me dejó pensando un buen rato: "La violencia solo es admisible en la literatura". Un planteamiento muy sencillo - en apariencia - pero que aún así, me sorprendió. Porque de alguna manera, todos estamos un poco acostumbrados a la idea de la violencia: Social y culturalmente, pareciera que es hay una parte de nuestra naturaleza que se inclina no solo hacía ella, si no que la observa con detenimiento, la consume como producto, la acepta como posibilidad. ¿Nos hemos vuelto indiferentes hacia la agresión, hacia el dolor? No lo creo. Tal vez, la era moderna haga más visible, la evidencia de la violencia simple, llana y cruda. Y no obstante, la violencia ha estado presente en nuestra historia desde sus mismos orígenes.


La violencia: el poder de la identidad. 


Cuando lees un poco de mitología, encuentras de inmediato ese antecedente cultural que indica que la violencia siempre ha sido una manera de demostrar poder y ejercerlo. Más aún, siendo más específicos, es obvio que la violencia - en concreto, la sexual - siempre ha sido una manera de expresar ideas de dominación y control. De hecho, un tema mitologico corriente que suelen interpretarse como la descripción encubierta de la lucha por el poder es el rapto de la diosa por parte de un Dios. A lo largo de la historia los conquistadores han violado a las mujeres de las culturas vencidas y descrito que sus dioses forzaron a las diosas de los perdedores. Según la retórica de la conquista, el rapto significa dominio y la violación de la madre divina de un pueblo provoca la subversión - y por ende, el debilitamiento - de la identidad cultural o nacional existente. En ocasiones se afirma que el dios de los invasores viola a las hijas de los monarcas locales. Por ejemplo, Zeus embarazó a Danae ( princesa de Argos ), a Leda ( princesa de Esparta) y a Antíope ( princesa de Tebas), además de a muchas hijas reales. Zeus hacia cuanto le venía en gana, salvo cuando intervenía Hera, su celosa esposa que, en vez de desquitarse de su marido, casi siempre se vengaba de la victima de la violación. Zeus se convirtió en padre de naciones de todos los confines del mundo griego. De esta forma, el Dios foráneo, dejaba su huella genética en las dinásticas existentes y establecía el derecho de sus sucesores a gobernar.


Los mitos de la conquista sexual, parecen reconocer el miedo o la envidia que los hombres experimentan ante la capacidad dadora de vida de las mujeres. Junto a incontables relatos que narran las diversas formas en que los hombres superan a las mujeres, estos mitos también intentan explicar las competencias sociales y políticas que predominantemente corresponden a los hombres. En conjunto, apuntan a que originalmente el dominio político estaba en manos de las mujeres o a que solo es un solo es un sustituto masculino simbolico - quizá inadecuado - de la capacidad generadora femenina.

En los rituales de las pitjantjatjaras de Australia central ( cuyos detalles se ocultan a los hombres), el rapto de la antepasada, es el preludio de una venganza en la que mutilan al varón responsable. En esta ceremonias una mujer infertil desempeña el papel del hombre. La antepasada australiana Kalwadi sirve de ejemplo de la Mujer Sagrada de cuya capacidad generadora se han apoderado los hombres, es una figura importante en los ritos de iniciación masculinos y dicen que se traga a los adolescentes y los regurgita convertidos en hombres, además de que en cierta ocasión se hizo famosa como caníbal debido a su debilidad por comer, de vez en cuando, niños. Los hombres la buscaron, la mataron y cuando la abrieron se dieron cuenta de que los niños no estaban en su estomago, sino en su útero, a la espera de renacer. A pesar de la inocencia de la antepasada, los hombres asumieron parte de su poder y actualmente presiden la ceremonias de iniciación en las que los jóvenes son untados con sangre y colocados en un agujero del suelo al que llaman " el utero de Kalwadi".

Entonces, ¿Es la violencia inevitable? Probablemente, sí. Ahora bien, la verdadera pregunta que surge al reflexionar sobre el tema es: ¿La Violencia es admisible? y es este cuestionamiento - la interpretación que pueda darsele en cualquier contexto - es justamente, la señal que nuestra cultura comienza a mirarse con mayor detenimiento y quién sabe, si comprenderse con más claridad así misma.

C'est la vie

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