domingo, 23 de septiembre de 2012

Hojas nuevas: Un año nuevo que escribir






Soy fanática acérrima de Mafalda, no sé si lo he comentado en este, su blog de confianza alguna vez. El hecho es que crecí con las ocurrencias de esta feroz filósofa de lo cotidiano, y muchas de sus frases y ocurrencias forman parte de mi mente, de esa diminuta porción de nuestro pensamiento que llamamos identidad. Tal vez por ello, de vez en cuando, una de sus frases definen el día, o el momento que vivo y de una manera tan exacta que en ocasiones no queda menos que sonreír por la coincidencia. Si es que eso existe, claro.

Como hoy.

Recuerdo una viñeta, donde Mafalda, de pie, miraba el calendario y decía ( refiriéndose al año nuevo )  "Lo que me gusta del año nuevo, es que todos los días son nuevecitos, recién por estrenar". Y siempre me hizo sonreír, la sensación de expectativa, de renacimiento de esa sencilla idea. Porque es poderosa, la idea de comenzar otra vez, de tener la oportunidad de tomar tus errores, aprender de ellos y volver a construir, con torpeza y con cierto temor, algo nuevo. Pero que maravilla es la sensación que siempre podrás enmendar el camino, recorrer el que necesitas reconstruir, levantar con tus manos en el futuro. A veces tengo la sensación que los cumpleaños justamente nos recuerdan esa frescura, ese nuevo despertar: Los brazos abiertos, hacia un amanecer delicado, una linea de luz en el Horizonte, y después luz. La imagino siempre. Luz de esa nuevecita, recién hecha, blanquisima. Luz de las que baña las cosas y las embellece, de las que crea sueños, de las calma pesares y consuela pesadillas. Y luego veo esa luz abriéndose como un gran abanico, parpadeando en todas direcciones, en rayos infinitos que se resbalan por paredes y por calles, por los altos edificios y las casas pequeñitas, por los árboles y las montañas. Y es siempre luz, luz de las cosas que nacen, de las cosas nuevas, de las cosas que sueñas, de todos lo que deseas. De las lagrimas de alegría, de las carcajadas espontáneas, del rico café de las mañanas, de la sensación de estar vivo para crear. Y despertar, sí, para sentir que hay un mundo nuevo cada día, que construir, en el cual creer, con el que soñar y tener esperanza. Un mundo que construyes y esperas, que anhelas y levantas. Y es el mundo de las cosas que irradian fe, de las que siempre son parte de tu historia y forman parte de ti,

De manera que, sí, como diría mi Inefable Mafalda, me queda un nuevo año nuevecito, recién estrenado. Un año con hojas impolutas que escribir, donde comenzar toda una nueva historia. Un año en el cual podré colocar imágenes recién nacidas y subrayar los renglones de lo que he aprendido, de lo que queda por desear. Un año totalmente nuevo para levantar los brazos, cerrar los ojos y aspirar, en un momento de supremo bienestar, la vida, el tiempo, todo lo nuevo y lo hermoso, que sé, espera por mí.

C'est la vie!

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