jueves, 19 de julio de 2012

Entre accidentes cotidianos te veas: De la mala memoria y el desastre social.




Siempre presumo que tengo buena memoria. De hecho, la tengo y es una de las cosas que me ha permitido culminar dos licenciaturas universitarias con éxito, entre otras cosas. Pero lo cierto, es que esta excelente retentiva solo parece extenderse a libros, películas y música. De resto, tengo una facilidad gigantesca para olvidar cosas que parecieran deben ser imprescindibles para todos pero que para mí, pasan desapercibidas: cumpleaños, citas, teléfonos, fechas de guardar, compromisos importantes. No por gusto - un poco, sí - colecciono todo tipo de agendas, cuadernos, tacos, post it y cualquier otro recursos que me ayude en lo posible, a recordar todo esa enorme variedad de momentos sociales que al parecer mi mente no registra, en una clara intención de saboteo que últimamente me lleva a la locura. Por supuesto que, he encontrado algunas maneras de solventar la situación, más o menos útiles - no siempre efectivas, todo hay que decirlo - pero que me han permitido sobrevivir a los percances, vergüenzas y toda esa variedad de pequeñas incomodidades que me mi mala memoria trae aparejada y son estas:

* Todo se escribe:

Confiando en mi buena memoria, hace unos dos o tres años tenía el habito de intentar memorizar fechas y lugares de citas. Error! siendo freelance, lo que hace que dependa básicamente de mi buen nombre para trabajar, resultó catastrófico el método y luego de perder un par de clientes por llegar a horas equivocadas a citas - cuando recordaba que las tenia - organicé un método personal tan sencillo como obvio: dibujé un enorme calendario que voy rellenando a medida que avanza el mes. Cada cita y circunstancia tiene un color distinto dependiendo de su relevancia y de hecho, está colocado de manera tal que sea imposible no mirarlo mientras trabajo. ¿El resultado? Tener una idea bastante clara de la disposición y disponibilidad del tiempo en mi semana y sobre todo, llevar un registro concreto de lo que he hecho, en caso de necesitarlo. Más aun, el calendario tiene un gemelo electrónico en la agenda de mi teléfono y me he dedicado incluso, a asignarle un sonido de alarma distintos a cada evento. De manera que,  solventé el problema de las citas perdidas y los días olvidados, aunque debo decir que el siguiente lío que tuve fue para recordar que significa cada timbre...pero eso es otra historia que contaré después.

* Todo se anota:

Y de nuevo: el mal habito de intentar memorizarlo todo me ha llevado a olvidar justamente lo imprescindible: me suelen ocurrir cosas como que voy al SuperMercado para comprar algo en especifico y termino comprando probablemente varias cosas más...menos la que necesito con más urgencia. O peor aun: que un cliente me haga una sugerencia especifica y la olvide por completo:  y como mencioné antes,  debo decir que en mi caso son bastante problemáticos estos olvidos. Asi que luego de lidiar con blancos de memoria selectivo, sobresaltos y otras pequeñas catástrofe, decidí llevar todo por escrito. De lo mínimo e insignificante a lo más importante, escribo todo lo que creo debo recordar. Y no con formulas memoristicas de dudosa utilidad: lo hago de manera tal que incluso sin recordar porque escribí aquello pueda entenderlo. La técnica, tediosa, me ha permitido además encontrar otra utilidad a llevar un cuidado registro de todo lo que debo recordar: al momento que un cliente se contradice, de inmediato tengo pruebas de quien tiene la razón.

* Nombres, esos nombres:

Pero como no todo se puede escribir - no todo de inmediato al menos - me ha pasado otro tipo de olvido más incomodo aun: el de no recordar nombres. Por formalidad y como freelance, sé que la mejor manera de mostrar respeto y romper el hielo con un cliente, es memorizar el nombre de inmediato. Lo hago, intentando relacionarlo con alguna prenda de ropa, el color del cabello o su manera de hablar. Y suele resultar...hasta que me encuentro de nuevo con la persona, probablemente un poco después que nuestra relación de trabajo terminó y soy incapaz de recordar su nombre. Me ha ocurrido que durante minutos enteros sostengo conversaciones insustanciales, intentando desesperadamente recordar el nombre del amable interlocutor, y de hecho más de una vez me he despedido sin saber quien  es. ¿La solución? Técnicas memoristicas rápidas. En mi hoja para cada cliente, suelo anotar - a mano, es importante, al menos para mí porque me permite recordar todo de manera más sencilla -  no solo el nombre sino también una única caracteristica que defina a la persona. Su acento, el color de su cabello, la manera de vestirse. Y trato de memorizarla. Resulta casi siempre por supuesto y de hecho, la simplicidad de la técnica me ha permitido salvar algunas situaciones cómodas...aunque sigo de vez en cuando saludando a desconocidos o peor aun, llamando por nombres cambiados al perplejo interlocutor que me extiende la mano.

* Todo en un solo bolsillo:

Me pasa a menudo. Dejo el automóvil en el estacionamiento de algún centro comercial...y más tardo subiéndome al ascensor que olvidando en cual nivel lo dejé. O peor aun, compro entradas de cine y me encuentro vaciando la cartera, mientras mi posible acompañante me mira sin saber que hacer. Claro qué, el caso clásico es empezar a tantear los bolsillos del pantalón, chaqueta, morral buscando el teléfono que no recuerdo donde dejé. Todos estos pequeños sobresaltos me han provocado una especie de neurosis de preocupación cada vez que debo pasar por situaciones semejantes de manera que opté por un método muy simple: todo lo importante va a un solo bolsillo. Parte de mi problema de olvido es que suelo hacer todo automático y cuando intento recordar donde guardé el ticket, o el boleto de cine o el teléfono, no tengo ni siquiera la menor idea de cuando lo guardé en primer lugar. De manera que ahora todo lo que necesito de urgencia o de manera inmediata va en un solo bolsillo. En el mismo bolsillo llevo dinero suelto y otras cosas que podría necesitar de emergencia...como pagar la cuota máxima cada vez que pierdo el boleto del estacionamiento...otra vez.

*¿Y los cumpleaños y fiestas de guardar?

Como cualquiera podrá imaginarlo, recordar un cumpleaños u onomástico es de las cosas que más me lleva esfuerzo. No importa cuantas veces lo anote, o cuantas veces me lo recuerden, es bastante probable que el día de la importante fecha, transcurra sin que recuerde una vez que debo telefonear al homenajeado. Peor aun, me ha sucedido que he conversado el mismo día con la persona en cuestión, sin darme por enterada del tema, lo que claro está ha traído más de un pequeño desastre. ¿Solución? El Bienaventurado Facebook y otras maneras electrónicas de obligarme a recordar la fecha. El sistema es sencillo: si tienes un smarphone, la aplicación de facebook te da la alternativa de descargar todos los cumpleaños en tu calendario personal y avisarte con un globo de dialogo. Que sencillo ¿No? Para mí ha sido la panacea, y de hecho,  desde que descubrí el sistema, me he evitado más de un encontronazo familiar y social, y de hecho, tengo la plena seguridad que no olvido las cosas tan seguido...aunque probablemente sí y no lo recuerdo.

¿Métodos simples? Muchísimos y creo que alguno que otro es bastante obvio...pero no lo utilizamos. Así que, como desmemoriada en franca recuperación, debo decir que al final del día, comprender mis propios limites y encontrar la manera con lidiar con ellos ha sido la solución a gran cantidad de mis pequeños problemas de sociabilidad y organización profesional.


C'est la vie.

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