martes, 9 de marzo de 2010

Entre rocas carmesi.


Siempre creí que había cierta gracia impavida en el silencio, cierta discresión que me permitiera tener algun control sobre mi natural impulsividad. No me refiero a callar por alguna razón más allá de una decisión voluntaria de hacerlo, sino por esa necesidad que tengo en ocasiones de paladear mis pensamientos como una forma de creación cotidiana. Ah, sí, esa pequeña y cristalina sensación de poder en crear un silencio personal que otorgue alguna forma de conocimiento. Y sin embargo, la mayoría de las veces, ese mutismo se convierte en un pequeño ostracismo personal, una idea hilarante de un mundo que se crea asi mismo lentamente, trozos y pequeños fragmentos de una sensación de casi insoportable. Esta soledad si, este silencio diminuto y quebradizo al filo del abismo de esta desesperada necesidad de comunicación.

Solo silencio en el laberinto carmesí de mi memoria.
C'la vie.